RADIO FE LATINA

Hijos de la Virgen Santisima que se acercan a esta Casa de Maria.

Todos estamos llamados a ser SANTOS

"Todos los seres humanos están llamados a la santidad que, en última instancia, consiste en vivir como hijos de Dios, en esa “semejanza” a Él, según la cual, han sido creados. Todos son hijos de Dios, y todos tienen que llegar a ser lo que son, a través del camino exigente de la libertad».
(S.S. Benedicto XVI, 1 de noviembre de 2007)

miércoles, 31 de marzo de 2010

EL ENCUENTRO CON SU MADRE




Jesucristo sube hacia el Calvario con la pesada Cruz a cuestas. Se encuentra muy debilitado por la atrocidad de la flagelación y el dolor moral de las vejaciones a que ha sido sometido. Ha servido de diversión y risotadas para muchos, y de regodeo del orgullo y el odio de otros. Cristo está material y moralmente roto. Se cae al suelo porque no puede con el peso de tanta miseria humana que ha cargado sobre su persona. Todos los pecados de todos los tiempos están sobre El. Ha asumido Él mismo todas las responsabilidades para redimirnos. Estando en el suelo unos se ríen, otros le golpean, otros se burlas, pero allí está Su Madre María que arrodillada junto a Él le mira con ternura. Es tanto el cariño que pone la Virgen en ese encuentro con su hijo destrozado, que el Señor siente un profundo alivio. Recupera las fuerzas con los ánimos que recibe de Su Madre. María es la mejor cirinea en el camino del Gólgota. No aporta la fuerza física para aliviar el peso que lleva su hijo, pero le ofrece su corazón de Madre Santísima que es la mejor de las ayudas.

Hoy es un día de profunda seriedad y silencio. María, mujer fuerte, está apoyando la mayor de las causas: nuestra salvación. A ella siempre la tendremos a nuestro lado cuando la cruz nos pese y nos haga vacilar. Fija tu mirada en sus ojos, como hizo Jesús, y escucha esas palabras que salen del corazón y se escapan por la mirada empapada de lágrimas de dolor. La Virgen siempre en primera línea. Junto a la Cruz está recibiendo en sus manos esa sangre que cae a borbotones para todos. Y Jesús nos la regalará como Madre nuestra. No tenía otra cosa mejor que darnos, después del perdón. Acompaña a María, como Juan, y quédate con ella junto a la Cruz. Sentirás en tu alma un calor fuerte que te abrasa, el calor del Amor de Dios que te llega por las manos y la mirada de nuestra Madre. Y con ella espera la Resurrección y la Vida.



Juan García Inza

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