RADIO FE LATINA

Hijos de la Virgen Santisima que se acercan a esta Casa de Maria.

Todos estamos llamados a ser SANTOS

"Todos los seres humanos están llamados a la santidad que, en última instancia, consiste en vivir como hijos de Dios, en esa “semejanza” a Él, según la cual, han sido creados. Todos son hijos de Dios, y todos tienen que llegar a ser lo que son, a través del camino exigente de la libertad».
(S.S. Benedicto XVI, 1 de noviembre de 2007)

martes, 22 de diciembre de 2009

MARIA MEDIADORA

La Virgen es también «Mediadora de todas las gracias». La teología explica que la parte toma por María en la Encarnación y la Redención le vale este título. El Padre ha subordinado la venida de su Hijo al fiat de la Virgen; el Padre y el Hijo nos envían al Espíritu Santo (la gracia) pero por intermediación de María. «Todos los dones del Espíritu Santo son distribuidos por María a aquellos que ella quiere, cuando ella quiere, como ella quiere, y tanto como ella quiere», dice santa Bernadina de Siena. «Por la comunión de dolores y de voluntad entre Cristo y María, dice san Pío X, esta última a merecido llegar a ser la dispensadora de todas las bendiciones que Jesús nos ha adquirido por su sangre» (7). Esta intervención «actual» de María juega un papel preponderante en el mundo de la gracia.

A decir verdad, es Cristo «solo» el que nos salva (8), y la mediación de María, por necesaria que sea, no es por ello menos «subordinada» a la de su Hijo. La teología se esfuerza en distinguir y en precisar estas dos mediaciones. La dificultad se resuelve si recordamos que estas dos mediaciones son las de la Esencia y la Substancia con relación a la manifestación. Son por tanto las dos necesarias, pero no idénticas, y la una puede verdaderamente ser denominada como «causa» de la otra.

María es por lo tanto verdaderamente «Madre», a la vez de Dios, de Cristo y de los hombres. Pero ella permanece «siempre virgen», como lo hemos explicado. María es también «esposa», esposa de san José por su matrimonio con él, pero sobretodo esposa del Espíritu Santo de quien ella ha concebido (8). María es por lo tanto la única mujer que es a la vez y plenamente, Madre, Virgen y Esposa; las otras mujeres pueden permanecer «vírgenes» y ser relativamente «madres» por una «maternidad espiritual»; o bien, estando casadas, pueden permanecer relativamente vírgenes por la fidelidad a su esposo. María asocia plenamente estas tres cualidades, lo que prueba que en el orden de los principios, los contrarios subsisten, pero no se oponen, y cuando un principio se manifiesta en el seno de la propia manifestación, no está sometido a las leyes de ésta.

María ha provisto una naturaleza humana al Hijo de Dios. Esta naturaleza no tiene personalidad propia, sino que unida hipostáticamente al Verbo, ella es totalmente la humanidad asociada a la divinidad. François Chenique

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